EL ÚLTIMO REGALO DE CELAÁ

Tiziano Tizona
Responde al nombre de Encarna Cuenca y es el resultado del penúltimo dedazo de Celaá que la colocó en la presidencia del Consejo Escolar del Estado (máximo órgano consultivo del Gobierno en materia educativa). Estas son sus opiniones sobre la actualidad y el futuro próximo de la educación:
Empieza por señalar que ya no tiene sentido el pasar de curso con más o menos asignaturas suspendidas, que lo que hay que hacer es evitar el “estigma a nivel emocional” que para el alumno tienen las repeticiones. Esta señora es docente y supongo que habrá observado el “estigma” que supone no entender ni papa de lo que se explica en un aula, ni de lo que se hace, porque te han pasado de curso sin adquirir unos conocimientos previos (convenientemente disfrazados de competencias). La solución es muy bonita (a la vez que certera): apóyese en el aula a esos niños. Pero eso requiere más recursos en forma de maestros para realmente poder ocuparse en 45 minutos de varios niveles curriculares. Ni el Ministerio ni las Consejerías parecen dispuestos a ello puesto que se están gastando todo el parné en aparatitos idiotizadores (ministro Castell, qué bajo ha caído usted) para mayor gloria de las empresas coleguis.
“Aprender va mucho más allá de los suspensos”, declara. Pues ya me contará usted, querida señora, cómo medimos si el nene sabe multiplicar, resolver problemas, escribir un correo, comprender un texto y sabe localizar los huesos del cuerpo humano. Y, si eso no sabe hacerlo, tendrá que aprenderlo… vamos, digo yo. Puede que estudiarlo otra vez no sea tan mala solución. El problema emocional gordo puede que sea no saber, más que volver a intentarlo.
“No imprescindible saber los afluentes del Gualdalquivir, porque los encuentran muy fácil con el móvil, sino tener claro lo que es un río y su entorno». Señora, importantes son las dos cosas. Hay que saber lo que es un libro, pero también hay que saber leerlo y sacarle provecho. Imagínese la sociedad que nos quedaría si a Bill Gates le da por provocar un apagón de las redes.
Se queja, por otra parte; «Los adolescentes no están acostumbrados a leer, tienen una necesidad de inmediatez que acentúan las nuevas tecnologías». Mientras se mira hacia otro lado con la tan cacareada “digitalizaleches”. Meter todos los huevos en esa cesta es una estafa como demostró la pandemia. Todo un muestrario de coherencia.
“No podemos esperar los mismos resultados de todo el alumnado, ya que sus circunstancias de partida no son las mismas.” Eso lo firmaría gustoso Bernhard Rust, ministro de educación durante el tercer Reich. Mal asunto si vamos recortando expectativas por cuestiones de origen, sean cuales sean. La cuestión debe ser que todos alcancen un nivel similar, independientemente de su posición social o económica. Para ello, vuelvo a incidir, hacen falta recursos. Y no solamente a nivel educativo.
Gracias, Celaá: te has lucido hasta el último momento, hija.

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