LA CRUZADA EDUCATIVA ANTILIBROS

Tiziano Tizona
Esto de estar uno rascándose el bolo, ya cuatro días, da para mucho leer y otro mucho pensar. Los que tenemos el privilegio de contar en nuestra biblioteca con “Un mundo feliz» de Aldous Huxley (no es tanto privilegio para mí puesto que me costó 2 euros) leemos que en 1932 ya escribía: “…no se podía tolerar que las castas bajas malgastasen con libros el tiempo de la comunidad, y que se corría siempre el riesgo de que leyesen algo que pudiese «desacondicionar» con peligro sus reflejos” (es decir: “desprogramarlos»). Viene esto a colación, a parte de aquello de que el diablo, si se aburre, mata moscas con el rabo, porque nos creíamos muy listos aquellos que opinábamos que las “clases dominantes” estaban utilizando la educación para mantener y cebar su propio chiringuito. La OCDE, el Banco Mundial, las grandes tecnológicas y los demás malandrines son los que están marcando el ritmo educativo desde sus despachos, supongo que desde las predicciones de sus beneficios (ojo, no los nuestros, los de nuestros alumnos o los de nuestro tejido social). Los mismos parecen que están en plena cruzada en contra de los libros (también de la cultura, de la filosofía, del saber quedando limitado a “saber hacer cosas…” pero si no nos centramos una cosa se hace interminable y está muy lejos de mis intenciones que pierdan demasiado tiempo) y a favor de las todopoderosas pantallas. Dense cuenta que un humano leyendo equis horas un libro, es un humano que no está equis horas consumiendo, que no está dando pistas de sus gustos para que le cuelen las publicidades, que no está cediéndoles sus imágenes ni sus datos, al que no se le puede instar a adquirir un producto entre las hojas del libro, al que no se le puede encarrilar hacia tal o cual postura política, no está “enchufado” a la red eléctrica o social…y encima corre el peligro de pensar y “desprogramarse”. Estaban los antivacunas con el miedo del chip, ¿se acuerdan?; pero muy pocos se han coscado de que nos la intentan colar haciendo leer, estudiar, sumar, restar, rellenar, dar clase, comunicarnos con compañeros y profesores a través de una pantalla. Ojo, que no estoy en contra de ellas, solo que como herramienta complementaria, no como dogma; como vasallo, no como señor. Huxley ya lo vio a principios del siglo pasado, un visionario al nivel de Julio Verne. Léanlo, que se van a acongojar (por no utilizar un término más soez, que estamos en Navidad).

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