EL APAGÓN Y EL TICHERPRÁIS

Tiziano Tizona
Dos días lleva agonizando la WiFi en mi centro. La peña ha entrado en pánico (unos más que otros). Parece ser que ya no se puede dar clase sin la pizarrita electrónica, sin subir no sé qué leches al Classroom, sin poner tal o cual video de cualquier fulano contando a los nenes lo que les deberías de contar tú, que para eso eres docente. Y es que se está perpetrando (no tengo duda de que con mala fe) una esclavitud enfermiza respecto a la tecnología. Una cosa es apoyarse y enseñar a servirse de ella y otra es apostar todo el proceso de enseñanza en las pantallas y en una telefonía. Les estamos dando la llave y pueden cortarnos el grifo cuando les dé la gana, o abusar de precios o de datos (ya lo han hecho) y dejarnos en bragas cada vez que se les cruce el cable. Sin pantallas y sin chromebooks se ha tenido que volver a la pizarra, al rotulador y al cuaderno y muchos habían perdido la soltura. No han podido, siquiera recurrir a san Google porque el santo que todo lo sabe no aparecía a pesar del las plegarias de los tecnoprofes. No hay que negar la importancia de esos recursos, pero menester sería trabajarse un poquito de variedad. Y otro poquito de saberse el temario, todo sea dicho. El profesaurio que les escribe se ha marcado 11 sesiones en los dos días con las manos en los bolsillos, ahora puede ser que palme en “competencia digital “porque se me descuadran todas las tablas que copipego de las editoriales en mi programación. Pero clase, vaya que si la doy. Como al final se lleve a término el “apagón” ese tan cacareado igual hasta me dan un “ticherpráis” por explicar el proceso de hominización paseando por el aula.