MALDITA RESILIENCIA

Tiziano Tizona
Andamos con la murga de que hay que adaptar la enseñanza obligatoria al mercado laboral porque esta no termina de cuadrar con aquel. Negando la mayor: me refiero a que, en mi opinión, encauzar a los niños desde canijos a un futuro trabajo en vez de darle prioridad a una formación cultural y académica que le permita desarrollarse como persona más allá de como trabajador es un error de los gordos. No sé si han pensado en que igual lo que hay que cambiar, más allá de que el niño se sepa las tablas, las características de la Baja Edad Media o las enseñanzas de Platón o San Agustín… es repensarse el tipo de sociedad que, si nada cambia, se van a encontrar nuestros polluelos: una sociedad en la que se hacen contratos por días o por horas; donde el montar un negocio (bendito “emprendimiento”) es poco más que imposible por las trabas administrativas; donde estar cualificado penaliza; donde se pagan sueldos de miseria y se trabaja cada vez más en régimen de semifeudalismo; donde la digitalización se convierte en estar conectado a “full time” a tu empresa; donde la élite pregona exactamente lo contrario a lo que hace; donde los únicos valores qie cuentan son los bursátiles; donde cada vez es más el porcentaje de población empobrecida mientras los poderosos siguen aumentando sus márgenes de beneficios; donde se maltrata en nombre de la digitalización a los mayores desde incluso las instancias oficiales; donde no se remedia, desde la administración, el absentismo escolar; donde la conciliación familiar sólo pasa por tener a los niños más horas en las escuelas; donde, a pesar de tener un problema de adicción a las pantallas, se promueven más pantallas desde las leyes educativas; donde los recursos para la educación dentro de las aulas no se incrementan; donde hay que hacer malabares para pagar el recibo de la luz de los centros escolares; donde los especialistas, en casos de necesidades educativas notables, están desbordados y los maestros enterrados en burocracia en vez de dedicados a ayudar a estos especialistas; donde se regalan los títulos universitarios, máster, tesis al político de turno; donde a la enseñanza universitaria se accede por amiguismo…
No sé si se dan ustedes cuenta que el mayor problema de la escuela no es la escuela. Por lo tanto, tampoco es la solución tener a los niños oliendo nubes y promoviendo una “resiliencia” que les haga medianamente respirable la aceptación del mundo que se van a encontrar.
He dicho.