NO TIENEN «GÜITOS» A HACERLO

Tiziano Tizona
Por todas partes nos llegan los mensajes de que hay que preparar a los niños para que se integren en las leyes del mercado, que de ello depende su futuro laboral, y que las instituciones educativas deben centrarse en conseguir ciudadanos acordes con esa ley de oferta y demanda que rige el liberalismo. Pero hacen trampa: no ofrecen ni promueven por ley nada más que un tipo de educación cada vez más aterciopelada y con menos profundidad que una lata de anchoas. El propio liberalismo (con el que se puede estar de acuerdo o no) alerta sobre esa oferta única y debiera sancionar los impedimentos y trabas para ampliar su abanico. Si jugamos a ser liberales, hagámoslo con todas sus consecuencias. Me refiero a promover y apoyar también centros escolares con acceso para toda la población que lo desee, independientemente de su situación económica, en los que se busque una formación basada en la contundencia de los contenidos, en el trabajo, en el esfuerzo, en el conocimiento y en profesores que acrediten el dominio de sus asignaturas. En los que la tecnología no sea un dogma sino un medio, en los que las emociones, las frustraciones, los éxitos y los fracasos orbiten alrededor de esos saberes y de su adquisición. En los que las performances, los cartelitos y las publicaciones en redes sean la excepción. En los que reine el orden, el silencio y la reflexión, y no la algarabía como valor educativo. En los que lo que se muevan sean más las ideas y menos los chavales. En los que tengan que superar pruebas académicas potentes y significativas para pasar al siguiente nivel. El mercado (en este caso, las familias) decidiría qué modelo le resulta más atractivo y el futuro de unos alumnos u otros marcaría la fiabilidad de uno o de otro. Pero no tiene ningún gobierno güitos a ser “liberal” en ese sentido… porque ellos ya pagan mucha pasta para reservar plazas para sus cachorros, y ya se sabe que el pueblo llano no es buen compañero para los de arriba.