ARRINCONAR EMPOBRECE

Tiziano Tizona
Los que llevamos en esto más años que Cascorro podemos certificar cómo han ido estrellándose, una detrás de otra, la mayoría de las metodologías milagrosas y que, curiosamente, lo que suele salvar los muebles es, asómbrense ustedes, el esfuerzo del alumno y del profesor. Por mucho que quieran denigrar “la cultura del esfuerzo” ha ganado casi todas las batallas ya que, de un modo u otro, hay que acabar atracando en ese puerto. Mejorable, por supuesto; renunciable, en ninguno de los casos.
También es digno de señalamiento el recorte de libertades que sufren los profesores en sus praxis víctimas de las satrapías en que se han convertido los centros bajo la tutela autocrática de equipos directivos y departamentos asociados. Lo que obliga a pelear (metafóricamente) con un brazo atado a la espalda. Sacrificando las condiciones de unos y otros y la riqueza de la diversidad metodológica en el altar del exhibicionismo superficial del marketing educativo.
Los veteranos de la cosa (arrinconados por la efebocracia imperante) vemos cosas que el resto no consigue, no porque seamos más listos que nadie , que no lo somos; sino porque por nuestras manos han pasado miles de alumnos y cientos de situaciones que dejan un poso y un aprendizaje en cabeza propia (que es el bueno). Procede en los colegios (esto va un poco de cachondeo) instaurar un “Consejo de Veteranos» a modo de gerusía espartana, aunque sea como órgano meramente consultivo que sirva como filtro a determinadas actuaciones. La experiencia es un grado que puede mejorar y complementar a la “Santa Innovación” en beneficio de nuestros alumnos y (¿por qué no?) de nuestros compañeros más novatos. Es un error de los gordos no sacarle partido.

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