CUANDO EL DIABLO SE ABURRE…

Tiziano Tizona
Esto de estar de vacaciones y que la cabeza se libere de burocracias y burrerías similares, hace que esta se llene de otras movidas, puede que de la misma nulidad de rendimiento pero por lo menos es bastante más llevadera: ¿Esto de la innovación por qué engancha a tanta gente que está dispuesta a partirse el pecho defendiéndola? ¿Para qué, vistos sus paupérrimos resultados, por lo menos los que se ven a pie de aula? Porque claro, uno que tiene ya más batallas que Alejandro Magno no se traga las bondades de un método o artilugio si el que las vende es el beneficiario de la venta del mismo. En este caso, es normal que intenten colártela debido a que esta gente vive y come de ello. Lo que ya no es tan normal ni sensato es que cada vez que aparece uno de estos santeros de la pedagogía por un colegio o una consejería nos pongamos (se pongan) en pompa y mirando a Cuenca. Vuelvo a la causa del dogmatismo de gran parte del cuerpo docente respecto a la innovación por la innovación: ¿vanidad?, ¿no asumir responsabilidades y pasárselas al método?, ¿poca confianza en sus capacidades didácticas?, ¿ansias de promoción vía redes sociales?, ¿proyectos de supervivencia laboral fuera de la pizarra y de la tiza?, ¿búsqueda de carguito…? Probablemente todas y ninguna, juzguen ustedes. (Y no me digan que es que no queremos formarnos que tengo más cursillos de estas cosas que el CCC).

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