ÁTENME ESA MOSCA POR EL RABO

Tiziano Tizona
Mira que es difícil hacer entender a un crío que está acostumbrado a hacer lo que quiere en su casa que en el aula vivimos en una comunidad de treinta personas y que, por el bien de todos, incluido el de él, hay que respetar unas normas básicas de convivencia. No es autoritarismo, que os veo venir, es que son necesarias para la cola del supermercado, para las salas de espera de los consultorios, para ver un partido de fútbol en un estadio y para, simplemente, deambular por las calles. El caso es que, desde las familias, a veces, vale como justificación: “Él no quiere» o “A él no le gusta»; lo cual no deja de ser una explicación contundente de quién es quien manda en casa, y obviamente quiere hacerlo en el aula. Carros y carretas cuesta sacarles del trono y convertir a esos chicos en uno más, con sus derechos y sus deberes. Parece que desde las batallas perdidas desde casa se quiera fomentar la derrota de la autoridad del docente en las aulas, en vez de aprovechar esa espita para intentar remendar el desaguisado doméstico. Cada vez son más jóvenes los que creen que el mundo gira en torno a su ombligo y que el resto del planeta está ahí para servir su voluntad. Átenme esa mosca por el rabo.

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