EL MITO DE «APRENDER A APRENDER»

Tiziano Tizona
Lleva tiempo rondando los mentideros educativos (subrayo lo de mentideros) la cantinela esa, convertida en cantinela competencial, del “aprender a aprender». Todo el mundo (casi) la nombra, la exhibe, la defiende y se da codazos, estilo rebote en las fases finales de la NBA, para coger el honroso puesto de “abanderado de”. Incluso la ministra de la cosa, nuestra Isa Celaá, aprovechaba su privilegiado puesto dentro de la botella (de la cancha de baloncesto, que nadie me malinterprete, por los dioses) para marcarse que los maestros ya no irán a los centros a enseñar sino a que los niños “aprendan a aprender».
Proyectemos eso a la realidad cotidiana (también de esas supuestas modernidades de casi un siglo y medio de antigüedad): una paella, poner una instalación eléctrica, enyesar un tobillo… ¿Es necesario aprender a aprender a realizar estas acciones o es mejor que te explique cómo se hacen una persona que domine el tema, que te guíe y, llegado el caso, te corrija?
Pasemos al tema académico: Una ecuación de segundo grado, realizar e interpretar un gráfico de climas, crear un soneto… ¿No será mejor que un matemático, un profesor de sociales o un filólogo te expliquen el qué, el cómo y el porqué? Que ande el pimpollo buceando por las redes perdiendo un tiempo precioso para encontrar, en letra o vídeo, lo que el profesor te explica en vivo y en directo, con la ventaja de que se puede interactuar, resolver dudas, buscar variantes…
Lo de “aprender a aprender “ queda muy bien en los papeles (sobre todo si no nos paramos a interpretarlo) pero hay que buscarle la utilidad mesurable (método científico, tan denostado por los nuevos “gurús” y tan apartado de las “nuevas pedagogías», no digamos de las propuestas educativas de bancos y tecnológicas).
Procede primero solamente aprender, o si quieren aprehender, una base sólida de conocimientos; y sobre esta ya se investiga, se hipotetiza, se mide, se corrige (otra vez el método científico), esta vez sí “APRENDIENDO SOBRE LO APRENDIDO».

Por cierto: ¿Nadie se ha planteado que para «aprender a aprender» antes hay que «aprender a aprender a aprender?

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