EDUCACIÓN: ENCIMA DE CORNUDOS….

Tiziano Tizona
Como muestra de lo que nos están echando encima, y nos callamos, dos botones (los dos de la Comunidad Valenciana):
1) En una población levantina, a un caballero se le ocurrió manifestar su cruzada antivacunas tratando de impedir que se inoculara la misma a los infantes. En horario escolar y con los niños dentro.
2) Alguien, de otro centro valenciano, se equivocó, o no se dio cuenta, y mandó a vacunar a un niño cuyos padres se habían negado.
Entiendo como una anécdota la primera y como un error grave la segunda (en redes sociales los padres casi piden sangre para los responsables). Pero claro, si vamos al fondo de la cuestión y rascamos un poco, el problema viene por considerar las escuelas (y el horario lectivo) como un apoyo o sustitutivo de otras historias que nada tienen que ver con el aprendizaje, cumpliendo funciones que no nos corresponden o para las que no estamos preparados. En el caso de la confusión de la vacuna (tampoco me extraña tanto, puesto que estamos hablando de cientos de miles de niños: el porcentaje “no es significativo “ que diría la ministra) hubo que repartir y controlar las autorizaciones de los padres (cuidado que si están separados y no coinciden en el permiso tenemos pollo asegurado), repartir y controlar alergias y si habían pasado la enfermedad o no. Eso antes de las fiestas navideñas. Al regresar, resulta que había niños que se podían haber vacunado en centros habilitados en esos días de vacaciones, ergo comienza el proceso otra vez (a veces con solo un día de plazo). Todo ello en el tiempo y en el espacio en el que se supone que los niños debieran estar aprendiendo matemáticas, valenciano, música o castellano, y los profesores enseñando. Harían muy bien los centros en mandar a paseo a Sanidad y que los padres (no todos, sino esos que ponen verde al compañero/os pidiendo su cabeza) se llevaran ellos mismos a sus nenes a vacunar a los centros en vez de hacer el ganso por las redes. Hay una negligencia, denuncien y dejen de meter porquería a un colectivo que se está jugando el pellejo a diario con sus hijos para que ustedes puedan trabajar o hacer lo que consideren oportuno, carajo. Desagradecidos. Ya que tuvieran ustedes ese ímpetu para exigir leyes educativas de calidad y duraderas, que son sus hijos, leche.