MAESTROS: ¿SEXADORES DE POLLOS?
Tiziano Tizona
Lo maduro está de moda en educación. Tanto es así, que un claustro puede aprobar a un alumno que se ha estado tocando las gónadas (y al resto del planeta) durante un curso porque lo considera maduro para pasar con sus compañeros (los mismos que se han dejado las cejas y los dedos estudiando y trabajando). Eso sí, con adaptaciones a su nivel anterior y ahí se apañe el profesor que lo reciba porque de recursos nanai de la chimbamba. Ahora entra la madurofilia en las pruebas de selectividad con un 75% de peso en la nota final. Los docentes han pasado de transmisores de conocimiento a invernaderos con título universitario. ¿Cómo, de qué manera calibramos la madurez de un alumno? ¿Le damos golpecitos en la cabeza y ponemos la oreja como con los melones? Alguien debiera de explicarnos eso. Por otra parte, ¿maduros para qué?, ¿por qué no se ha definido qué es la madurez por los ejjjjpertos del ministerio? Ojo que hablamos del 75% de una prueba en que se juegan sus estudios nuestros chavales. ¿Dónde queda pues el conocimiento? ¿Qué importancia le dan los “padres de la patria mía” al mismo? ¿Hay madurez académica dejándolo (al conocimiento) en un plano residual? ¿A qué carajos están jugando? ¿Qué diablos persiguen? ¿Por qué la sociedad lo permite y no los manda a las antípodas de un urnazo? ¿En qué leche estamos pensando los docentes? ¿Por qué somos tan viles y tan serviles?
Acabaremos haciendo de sexadores de pollos creyéndonos el súmum de la modernidad, al tiempo.