PON EL ANZUELO, QUE ALGUIEN PICA

Tiziano Tizona
Enésima traca en Twitter con el tema de que empiecen las clases el uno de septiembre. La “prensa amiga» prende la mecha y se lía un Lepanto de padre y muy señor mío. Padres diciendo que tenemos dos meses de vacaciones en verano (es como decir que un futbolista trabaja 90 minutos a la semana) y profes diciendo que, si no saben qué hacer con sus niños, se hubieran comprado un peluche, solo requiere meterlo en la lavadora una vez a la semana. Yo soy profe, y me alineo con lo míos. Pero veo que hay un problema de conciliación que debe ser solventado por las empresas o los gobiernos, no por los maestros, cuya función, hasta hace poco ha sido enseñar. Yo me reincorporé el uno de septiembre y llevo 7 días nadando entre papeles que sé a ciencia cierta que no van a ningún lado. Créanme si les digo que prefiero estar dando clase a estar cumplimentando majaderías o de reunión en reunión viendo pasar los unicornios (puesto que para dar clase es para lo que me preparé). Créanme si les digo que todo ese tiempo se le resta a la atención de los alumnos, y eso no parece importar a sus progenitores, que en el zafarrancho que se ha montado se manifiestan (algunos) con “si tenéis que hacer papeles os jodéis, que vivís muy bien y se os va a acabar el chollo». No llegando su capacidad de análisis a captar que eso va en perjuicio de sus propios hijos, les puede la inquina. Está claro que el mensaje continuo lanzado por los medios contra el profesorado ha calado bien hondo. Ojalá los padres pudieran conciliar, ojalá que pudieran pasar más tiempo con sus hijos, ojalá mejorasen sus condiciones laborales… yo no les deseo ningún mal. Pero si me vienes con que no trabajo y vivo como un marajá, puede que te encuentres una de estas dos respuestas: que te mande a tomar por donde amargan los pepinos, o que te recomiende la Facultad de Magisterio más cercana… Bueno, es fácil que te encuentres las dos.