LA «FORMASIÓ» DEL PROFESORADO

Tiziano Tizona
Curiosamente en todas las apuestas, predicciones, augurios, estudios, reflexiones, y no digo que no tengan razón, aparece la “formación del profesorado”como clave para el avance del sistema educativo. Menester sería aclarar el “para qué”; intento explicarme: se supone que el profesorado ha pasado por suficientes procesos selectivos y cursos estudiados para demostrar sus conocimientos en su materia, en psicología, en sociología, en pedagogías, en didácticas varias, incluso algunos nos capacitamos como animadores juveniles con la intención de aprender a manejar a la chavalada (por lo memos eso me hacían estudiar a mí en el magisterio). Está claro que hay que renovarse, pero no deja de llamarme la atención que toda la desidia en la formación del alumnado se transforme en exigencia cuando al profesorado se refiere. Si nosotros hemos de formarnos con esfuerzo y dedicación (que sí, que estoy dispuesto a hacerlo y lo hago), normalmente fuera de nuestro horario laboral, ¿por qué se considera retrógrado que los alumnos lo hagan en el aula? Si rascamos un poco en quiénes, cómo, cuándo y cuánto se llevan la pasta los de los cursillos (curiosamente los mismos que están obsesionados con “cierta formación del docente”) quizá empecemos a hallar respuestas.

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