Y DESPUÉS DE TANTO HACER EL CAPULLO…

Tiziano Tizona
Hoy, un servidor de ustedes, le comentaba a una compañera: “Si llegamos a estar en noviembre, me cuelgo de un pino”. Y es que, amigos lectores, uno tiene ya poca, muy poca, mecha. Dicen que los maestros viven bien, un cojón de mico para usted. Otra cosa es que sea una profesión apasionante en las satisfacciones que te procura y que, a pesar de que intenten denigrarnos desde todas partes, uno se siente importante en la vida de sus polluelos, porque ellos te lo muestran así. Va a sonar pastelero y azucarado pero, en realidad, ellos se convierten en importantes en la tuya. Pero esa es la parte buena, me atrevería que decir de las pocas, porque lo de las vacaciones y el sueldo es, cuanto menos, discutible (a no ser que queramos abrir hospitales psiquiátricos a porrillo para los que se queden/nos quedemos cazando moscas). Decía que uno sale del colegio y apenas le da para llegar a casa a derrumbarse tan es la carga acumulada desde septiembre. Para colmo, en los centros es cuando empieza la traca final del salseo posturero: festivales, graduaciones, fiesta de despedida de los alumnos, fiesta de bienvenida del verano, fiesta del higo y fiesta de la breva…y la aplastante y mema burocracia de informes y sinsentidos para que te acaben preguntando las familias “¿Entonces mi niño qué ha sacado un seis o qué?” o para que la Administración, a la larga, solo se fije en el valor numérico después de tenernos haciendo el capullo todo el año.

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2 pensamientos sobre “Y DESPUÉS DE TANTO HACER EL CAPULLO…

  1. Estoy hasta los huev** de que me llamen viejo (tengo 30 años; y me lo han dicho en realidad pocas veces, pero lo pensarán más) por pensar que yo no estoy en el colegio como maestro para: disfrazarme durante, no un día, sino una semana entera por el carnaval , buscando de chino en chino el disfraz adecuado, además de celebrar el día de esto, el día de de lo otro, forrar las columnas como si fuese un bosque con hadas… en fin. Eso sí, un compañero al que le molestaba que no me quisiese disfrazar no parecía molestarse mucho cuando digo que en 6º llegué a sustituir a una clase en la que no sabían dividir por 1 cifra. Le pareció divertido, de hecho.

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