SELECCIÓN FEMENINA DE FÚTBOL COMO MODELO EDUCATIVO

Tiziano Tizona
Hace poco menos de un año la selección española de fútbol femenino era poco más que la casa de tócame Roque, no se veía más salida que la desolación absoluta. La gente de fútbol sabe de lo que hablo…pero esto no va de fútbol sino de su proyección al mundo educativo. ¿Cómo se superó esa crisis? Pues uno: la Federación se mantuvo firme pese a las marejadas y a las renuncias. Dos: se metió pasta en la promoción y en la dignificación de esta sección. Tres: se marcaron objetivos claros y concisos. Cuatro: una vez fijados, trabajo, esfuerzo, sudor, trabajo, esfuerzo y sudor. Cinco: talento en el liderazgo y en las profesionales. Seis: conocimientos de fútbol y dominio por parte de cada miembro de su campo de trabajo. Todo ello que celebramos en este equipo debiera ser modelo para sacar adelante la educación en este país que tampoco está para tirar cohetes. Pero no, aquí lo objetivos son quimeras embrolladas en palabrería eufemística que no entiende ni quien los redactó; tememos más leyes educativas que pizarras; se tiende a acabar con los especialistas, que son los que saben de sus materias; los contenidos (lo que se trabaja en los entrenamientos…jugadas, posiciones, faltas, balón parado) cada vez son menos y se sustituyen por performances emopostureras; los líderes son gente que no ha cogido una tiza en su vida; el sudor y el esfuerzo es cosa de profesaurios comeniños…todo ello con la bendición de una sociedad (e incluso de gente de la profesión) que rechaza para nuestros niños lo que celebra y aplaude para nuestras magníficas jugadoras. Ah, y las universidades españolas en el culo del mundo. Y olé.
Por cierto, ganen o no la final, la lección ya nos la han dado.

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