NOS ESTAMOS EQUIVOCANDO (Y MUCHO)
Tiziano Tizona
A ver, gente de las alturas, y cuando digo de las alturas, digo todo lo que esté jerárquicamente por arriba del maestro común: no nos dejáis tiempo para dedicarlo a nuestros alumnos. ¿No os dais cuenta de que nos tenéis fundidos a todo el cuerpecito docente? Que es que llegan los maestros a los coles con más ojeras que un mapache y que tiramos a la basura de la burocracia y el postureo un tiempo precioso para encarar la, ya muy complicada de por sí, tarea de educar mozalbetes. Que nos pasamos mirando una pantallita (incluso dentro del aula) cuando lo que hay que mirar es a la cara de los mochuelos, que básicamente lo que requieren (y piden y agradecen) es atención. Bajo qué concepto de educación se le da más importancia a un papelostrio o a un puñetero Word (que además son mentira en una aplastante mayoría) que a una relación humana y humanística. Estamos abandonando a los niños cuando más nos necesitan y eso les va a pasar factura (y debiera pasárnosla a nosotros y, sobre todo, a vosotros). El día que el mundo amanezca cuerdo, el docente se ocupará básicamente de enseñar, de motivar, de admirar, de guiar, de exigir, de evaluar, de ayudar, de hacer avanzar…para eso no hacen falta teclas. Es más, estorban bastante.