DE NADA, MÍSTER PRESIDENT
Tiziano Tizona
Confieso que no me creo un pimiento. Pero no deja de consolar que desde las altas esferas políticas se hayan dado cuenta de que, si queremos mejorar el rendimiento en diversas materias “troncales”, lo que hay que hacer es dedicarles más tiempo y más recursos. Suenan por las agencias de noticias 500 millones de eurazos. No solo en España (ojo que ahí hay competencias autonómicas) sino que gran parte de nuestros socios europeos se han puesto manos a la obra de reforzar la comprensión lectora y las competencias matemáticas (incluida la sacrosanta Finlandia, sueño húmedo del profecorniado). Como no me creo que el presidente (no olvidemos que es político y español) vaya a destinar ese pastón en una mejora significativa de la educación, le doy unos consejillos, si no tan vistosos, sí más baratos y efectivos, verbigracia: madrugar para tirar la LOMLOE a la basura para que nadie lo vea hacerlo y crear una ley, junto con los restantes partidos parlamentarios, que tenga que pasar la criba del profesorado, que suele ser (milagros veredes) el que sabe si es aplicable o no. Dejarse de proyectitos de goma eva, y purpurina (y de todas las horas que se le dedican a ellos vía curricular) y machacar la lecto-escritura y la aritmética desde primero de primaria (introducidas desde los últimos cursos de infantil). Criterios de evaluación claros, simples y precisos más allá de las emochorradas y de los eufemismos. Pruebas externas comunes referentes a los mismos. Legislar para que en las aulas se pueda dar clase con garantías de aprendizaje para los no disruptivos. Apoyos, muchos, para los alumnos con dificultades con el objetivo que alcancen el nivel requerido en cada etapa. Tampoco se acaba el mundo si se hace repetir a alguien, muchas veces ha sido la solución y, a la larga, ha conseguido que alumnos con problemas titulen exitosamente. Máximo de jornadas escolares dedicados a los “día de» y con objetivos muy claros y mesurables. Bibliotecas escolares como si no hubiera un mañana con la pasta que se dejan en financiar cursillos de gansadas varias. Reducción al mínimo de la burocracia e inspecciones no al papel sino a la praxis docente en el aula. De nada, míster president.