EL DÍA DE DESPUÉS

Tiziano Tizona
Esta moda de la nada pasará, como han pasado todas. Eso no nos va a librar de que se nos quede el patio como el recinto de una “rave» a la mañana siguiente de la última noche loca. Un amanecer con el suelo lleno de basura y vaho a alcohol. Pasará, y los amos de los cacharritos electrónicos, de las luces, de la otra dimensión, de la realidad ilusoria creada, intentarán colocarlos en otro lado, una vez ya amortizados todo son ganancias. La resaca acumulada de los “clientes” va a ser dura y el sol y las aceras abofetearán con ráfagas de realidad la pérdida de tiempo, de dinero y de energía. El “yo no fui», el “me obligaron», el “la intención era buena” precederá al cambio de postura de los de arriba para no cambiar de ubicación ni de teta. Una generación (o más) con el cerebro abrasado de vacío de la que nadie va a rendir cuentas. Unas pingües ganancias de los suministradores del botellón pedagogista, de la felicidad virtual y de la educación por incompetencias. Sigamos abrazando macetas, que nos está yendo muy bien.

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