SÍ, PERO CON SENSATEZ

Tiziano Tizona

 

En estas fechas tan entrañables, que diría el otro, no deja uno de sentirse como cabra en garaje. A uno le gusta el jolgorio y la algarabía, y es consciente de lo necesarios que son para los niños. Puede que falle el encaje; me explico: al final de trimestre y los maestros de burocracia (bendita LOMLOE) hasta el pescuezo y con los chavales (sobre todo los mayores) con sus exámenes trimestrales a flor de piel, colegios (más) e institutos (menos) sacan a calentar al burrito sabanero, al festival, a los pastorcillos, a Santa y a la grabación de tiktoks bailongueros. Imposible concentrarse en clase (ya es difícil “per se») entre zambombas y reguetones. Claro, que si uno hace constar esas dificultades, se lleva de premio, no la sensata temporalización del jolgorio sino el adelanto de la entrega burocrática (lo que ahoga, todavía más, a docentes y alumnado). Y es que se ha pasado de un brochazo a que lo complementario supere a lo básico (ojo, que villancicos y borreguitos existieron siempre en los centros); no se pueden parar (o condicionar) una quincena las clases por y para el postureo.

 

 

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