EDUCACIÓN: VERGÜENZA DE SUBMUNDO

Tiziano Tizona
Imagínense, ya sé que va a ser difícil, el 10 de enero. Un nota en la puerta de los coles pidiendo el pasaporte COVID a los polluelos (antes de nada quiero aclarar que tengo dos dosis de vacunación puestas y a la espera de la tercera, que os veo venir), el que no lo presente no entra, no tiene derecho a exámenes presenciales, no puede participar en las excursiones, sean al aire libre o no; las aulas al 70, 50, 30%… y el que llegue después de esos aforos a su casa; comedores de menos de 10 alumnos en cada turno… añadan ustedes. Lo digo porque esas son las pautas de actuación marcadas por las autoridades centrales y autonómicas en los ámbitos de la hostelería, por ejemplo, en estos tiempos en que los contagios se les han ido de las manos. Ni soy virólogo ni pretendo serlo. Es más, manifiesto mi respeto absoluto y contundente ante los estudiosos -aquí sí cuenta más el “saber» que el “saber hacer”-. Lo digo porque los colegios siguen tratándose como un submundo con especímenes humanos distintos al resto de la población, con reglas y riesgos distintos al resto de la población. La consigna es “todos para adentro y que sea lo que los dioses quieran” y que se coman los marrones los “responsables COVID» de los centros y sin cobrar, ¿conocen ustedes alguna empresa, pública o privada a la que obliguen a poseer tal figura? Por cierto, que están currando incluso en su período vacacional, la administración se pasa el derecho de desconexión digital por el forro del refajo… una vez más. Llegaremos a enero (la mayoría felizmente vacunados, eso sí) y estaremos peor que hace dos años puesto que los refuerzos y las ratios COVID han sido barridas. Con la única solución de gastarse un pastón en mascarillas si quieres estar mínimamente protegido (ni las reparten ni bajan el puñetero IVA de las FFP2) y abriendo las ventanas pelados de frío mientras vemos en los medios cómo esta pandilla de carajotes se cuelgan una medalla tras otra. Vergüenza.